José Mourinho era el sábado por la noche un hombre feliz.El triunfo de su equipo en el Coliseum, el único estadio donde ha perdido el Barcelona esta temporada, le dejó un dulce regusto, un sabor a victoria de las que valen más, mucho más, que tres puntos y mantener el confortable colchón de siete de ventaja sobre el Barça.
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