Dos semanas después, el Milan se cruza en el reloj del tiempo del nuevo Real Madrid. Los blancos visitan San Siro, escenario maldito para el madridismo, con la obligación de poner la primera piedra para recuperar el respeto perdido en Europa, un respeto pisoteado en el Bernabéu por un equipo capaz de evidenciar al Madrid de Pellegrini.
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