Unirea Urziceni y Glasgow Rangers empataron a un gol en Bucarest en un partido muy igualado que pone la clasificación al alcance de la mano de los rumanos y deja con remotas opciones a los escoceses.
Sobre un terreno pesado por la lluvia que no favorecía el control y la circulación del balón, ninguno de los dos equipos conseguía dominar el partido en los primeros minutos. El juego transcurría entre las dos mitades de campo, sin que los guardametas se vieran en peligro.
Los rumanos tuvieron más ocasiones hasta el descanso, pero los marcadores siguieron a cero. El Unirea salió al campo motivado, dispuesto a imponer su autoridad. Con jugadas trenzadas, paciencia y esfuerzo para sobreponerse al estado cada vez más pantanoso de la hierba, los jugadores de Petrescu intentaban llegar a la portería escocesa.
Imperial Ricardo Vilana
Pese al desgaste físico y la presión de un Rangers que no estaba dispuesto a someterse, el partido se jugaba en campo visitante, y el Unirea no renunciaba al buen trato del balón que le ha caracteriza en esta liguilla.
Con un Ricardo Vilana imperial en el centro del campo y las triangulaciones endiabladas de sus volantes ofensivos, los locales llegaban con fluidez al área rival, aunque no conseguían inquietar a McGregor.
Un final de locos
En el minuto 78, con el partido totalmente roto, un disparo potente de McCulloch desde fuera del área perforó la portería balcánica y desató en las gradas la euforia de las hordas británicas. Reaccionó rápido el Unirea, y nada más sacar de centro Onofras se quedó solo ante McGregor, lo dribló con habilidad y sangre fría y sólo la intervención de un defensa escocés pudo salvar el empate con el portero batido.
Los locales siguieron buscando el gol hasta el final, y cuando sólo quedaban dos minutos un trallazo del propio Onofras desde el borde del área después de una triangulación perfecta del ataque rumano hundió al Rangers y volvió a colocar al Unirea en una posición franca para pasar a octavos.
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